Van Halen collage

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viernes, 2 de octubre de 2015

Viernes repleto de novedades: Clutch, The Winery Dogs y Eagles Of Death Metal

Ya ni a pares, sino de tres en tres hay que ir analizando las novedades que el rock está escupiendo al mercado con asiduidad este otoño. Desde hoy ya se puede adquirir, por ejemplo, el Psychic Warfare de Clutch, la banda de Maryland comandada por el barbudo Neil Fallon. Es su disco en estudio número 11 y sigue la senda trazada (igual con una marcha menos) por el anterior y sobresaliente Earth Rocker. Admito que a esta gente la descubrí tarde. Su nombre me sonaba, pero nunca me ponía en serio con ellos no sé muy bien por qué razón, así que les cogí el gusto con su carrera bien avanzada. Tras la necesaria escucha de Blast Tyrant, lo que más me convenció fue su actuación en el Azkena presentando Strange Cousins From The West. El concierto empezó tardísimo, quizás demasiado, pero me di cuenta de lo buenos músicos que son, con ese rollo doom-stoner-blues tan original. Después no han hecho más que mejorar (sobrados en el Valley del Hellfest) hasta llegar a esta nueva obra sin apenas fisuras. Realmente, la calidad de los temas es altísima, con esa voz de Fallon tan característica, y esos pasajes western-country-blues que tanto les gustan. Ya no se cortan con alusiones a Texas o Virginia, alcanzando un momento épico con Doom Saloon y Our Lady Of Electric Light. Las canciones más rápidas son disfrutables también, igual que esos ritmos de batería y percusión rozando el funk. Un trabajo completo, variado, exactamente lo que se esperaba de Clutch ahora que están a punto de dar el gran salto. Una banda todavía de culto que tiene muchas opciones (calidad tienen por arrobas) de acabar entre los grandes. Es su gran oportunidad.


Otra ración de supergrupo nos llega con el segundo disco de los angelinos The Winery Dogs: Hot Streak. No sé de dónde saca el tiempo el batería Mike Portnoy para atender a todos sus proyectos. Se alió nada menos que con Richie Kotzen (voz-guitarra) y Billy Sheehan (Bajo) para dar forma a una auténtica maravilla de debut publicado hace dos años. Canela en rama fue el estreno de tres genios con una trayectoria intachable que poco tienen que demostrar a estas alturas. Tuve la suerte de verles en la Joy Eslava y todavía me estoy frotando los ojos. Además de lo buenos que son técnicamente, eso es indiscutible, consiguieron atrapar al público con un buen rollo y una profesionalidad que no esperaba. Fue un concierto soberbio, de los que se recuerdan cada cierto tiempo como ejemplo de perfección. Sin embargo, creo que han bajado un poco el acelerador en el estudio. Tras la frenética apertura con Oblivion, deudora de Mr. Big, para mi gusto se recrean demasiado en un trasfondo soul que encaja bien con la voz de Kotzen, pero deja a un lado el hard rock más tradicional. Incluso se atreven a jugar con el jazz en el tema título y un poco de flamenco en la parte central de War Machine. Todo lo que tocan lo bordan, insisto en ello, y los desarrollos instrumentales son bestiales. Sin embargo, echo de menos más potencia en los riffs de guitarra del ex miembro de Poison en el infravalorado Native Tongue. Los duelos con Sheehan nunca pueden faltar y qué voy a decir de Portnoy: es como un pulpo detrás de los tambores. En total, trece temas que se pueden hacer algo largos, lo que apoya la moda actual de muchos grupos de no pasar de nueve. Yo sólo les pediría más rock y menos experimentos, aunque poseen tanta destreza en cada idea, cada nota, que hasta me da vergüenza decirlo.


La tercera novedad del día viene desde la parte más festiva del stoner made in Josh Homme. En colaboración con su gran amigo de Palm Desert, Jesse Hughes, y con una portada más que sugerente, presenta el cuarto disco de Eagles Of Death Metal, Zipper Down. Muy pocas novedades se pueden encontrar comparándolo con obras anteriores. Temas divertidos, comerciales, algunos cercanos al pop, con letras ambiguas, sexuales, con la mujer como un referente común. Y es que Hughes juega a eso, al despiste con un look un poco rarito mientras habla de chicas sin parar. También pude verles hace tiempo en la Sala Caracol y la verdad es que pasé un buen rato. Son unos cachondos natos, la cara alegre de ese sonido desértico tan monolítico tipo Kyuss. El single Complexity es un síntoma inequívoco de que no piensan cambiar su discurso, igual que Got A Woman, Oh Girl o I Love You All The Time. Algo diferente es Skin Tight Boogie, en la que Homme ha metido mano de forma clara creando un tema que podría estar hasta en la marcianada que fue Them Crooked Vultures. Más extraña aún es Save a Prayer, que no pega nada dentro del conjunto por ser hasta un poco tristona. En diciembre pisarán de nuevo los escenarios españoles, por lo que es muy probable que me pase para echar unos bailes. A buen seguro que caerá alguna versión como la última vez, para lo que tienen bastante buen gusto. De las tres novedades de hoy, la de EODM me parece la más floja pese a que tiene esa rara cualidad de levantar el ánimo a cualquiera que lo tenga un poco decaído. Y eso, actualmente, es lo mínimo que pido.

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