Van Halen collage

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domingo, 25 de octubre de 2015

Crítica de Bedowyn: Blood On The Fall (Bedowyn, 2015) ¿La sorpresa del año?

Poco o nada, más bien nada, sabía de este grupo norteamericano. Echando un vistazo por la red me llamó la atención la portada de su primer disco, Blood On The Fall, y la descripción del estilo que practican. Doom, heavy metal y stoner lo definían, aunque van mucho más allá. Bedowyn es un compendio de sensaciones muy densas, intensas, durísimas en lo musical, y disfrutables al máximo en varias escuchas. Tras un EP previo, el cuarteto de Carolina del Norte autoedita en estos días, a través de Bandcamp, un primer disco que bien podría ser una de las sorpresas del año. Al menos en su género no tengo dudas de ello pese a que, con los humildes medios de los que dispongo, es imposible prestar la debida atención todo lo que sale al mercado. No sé cómo les irá en el futuro, pero les deseo lo mejor y estaré atento a todos sus movimientos. Las intenciones quedan claras con la intro sabbathiana de The Horde. Oscuridad, misterio, la banda va entrando en harina con la batería de Mike Schaefer haciendo diabluras en el inicio de Rite To Kill. Llega el turno de unos riffs monolíticos, contundentes, cambiantes de ritmo para evitar el tedio. Las voces son graves, no chillonas (se agradece), y a veces varían hacia un toque cercano al death metal ocultista. Eso es lo mejor de este debut: la variedad y no seguir las estructuras típicas. El tema título y, sobre todo, Cotards Blade (rapidísima parte central) son dos trallazos de puro metal, mientras que en Halfhand ya meten unas guitarras clásicas tan inesperadas como originales. La segunda parte de esta quinta pista me recuerda a los Witchcraft de Legend. Rompen esquemas también al meter los solos en una parte final de las canciones que, en su caso, suele ser la más interesante. Es ahí donde se crecen y uno se da cuenta de que está ante algo original, que se sale de lo normal. Hay que perderse en ellos.


For a Fleeting Moment marca la parte central del disco con un pasaje instrumental. De nuevo guitarra clásica tocada con un gusto inusual en este estilo tan extremo. Lluvia y tormenta de fondo, a oscuras debe dar miedo si uno se deja llevar por la imaginación. Where Wings Will Burn (ecos de Metallica en los primeros segundos) empieza con un solo in crescendo y otro riff doom que tira de espaldas. Completísima canción a la que sigue la veloz I Am The Flood. Para el final se guardan casi lo mejor: los casi seis minutos y medio de Lord Of The Suffering son otra vulgar demostración de poder metálica. No, no se parece a Pantera, aunque la frase viene al pelo. Después de una primera parte de avalancha sónica a base de guitarrazos y dobles bombos, la segunda es hasta progresiva. Toma protagonismo la batería, algún grito gutural y unos solos épicos. Un temazo redondo, impresionante hasta que retoman, a modo de propina, la intro de The Horde todavía más oscura. El eclipse y el cadáver del ciervo que emerge de la tierra que aparecen en la portada no podían tener mejor banda sonora. Qué más puedo decir. Da gusto encontrarse con estas cosas de vez en cuando. Te fías de tu intuición después de tantos años en esto y, en ocasiones, aciertas. Lo dicho, un diez para Bedowyn en este debut prometedor como pocos. Buenas noches y buena suerte.

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