Van Halen collage

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lunes, 19 de octubre de 2015

Concierto de Blackberry Smoke (Sala But, 17-10-2015): un largo camino por recorrer

¿Son Blackberry Smoke los nuevos Lynyrd Skynyrd? Eso preguntaban en Classic Rock hace unos meses y, tras lo visto el sábado pasado en Madrid, aún les queda un largo camino por recorrer. A pesar de la euforia que el concierto ha desatado en algunos foros, para mí fue una actuación de luces y sombras. Lo mejor es que son muy buenos y, quizás por eso, lo peor es que te dejan muy frío. Después de tantas ganas de verlos, del sold out que había levantado su visita, no salí emocionado de la Sala But. Igual era porque la noche no acompañaba, fuera llovía y la excesiva afluencia de público me hizo estar incómodo a ratos, pero esa despedida del grupo en plan "hemos cumplido y adiós" no me gustó un pelo. El repertorio fue bestial, inmejorable, cuando el sonido se arregló (maldita saturación del bajo al principio) demostraron que tienen un gusto exquisito, el ambiente fue creciendo con la gente coreando todas las canciones (hasta ellos se sorprendieron), olía a buen southern rock, a campo... Sin embargo, algo faltaba. No sé explicarlo muy bien, o sí, porque la inaceptable actitud del bajista Richard Turner fue bastante esclarecedora. Clavado en su sitio sin mirar a nadie, con sombrero y gafas de sol, no mostró ni el más mínimo atisbo de emoción. Parecía un muerto sujetado por varias cuerdas. No recuerdo algo semejante y sus compañeros tampoco es que montaran una fiesta. Charlie Starr, el patilludo líder indiscutible de la banda de Atlanta, se esforzó en crear la conexión entre las dos partes, el guitarrista Paul Jackson a veces también, pero no, no lo consiguieron. Parecían unos funcionarios saliendo del paso pese al intento de jam en Sleeping Dogs y alguna improvisación esporádica. Lo demás, piloto automático, demasiado aséptico, dentro de un set list, insisto, que fue impresionante otorgando la mayor parte del protagonismo a The Whippoorwill, su mejor disco.


No todo fue negativo. Hubo momentos buenos, incluso especiales en los que sí, por fin, tocamos con la punta de los dedos el cielo del sur. Ain't Got The Blues fue uno de ellos, igual que Whippoorwill, Pretty Little Lie, One Horse Town... ¿Las más lentas y blueseras? Puede ser. Sería injusto afirmar que cuando pisaron el acelerador (sin pasarse del límite) el concierto bajara enteros. Tocar como sólo ellos saben Six Ways To Sunday, Up In Smoke, Restless, Let Me Help You, Rock and Roll Again o Holding All The Roses (no abusaron de su último trabajo) es ir sobre seguro, una garantía de aplauso. El teclado de Brandon Still, desaparecido en el inicio nefasto de sonido que ya cité, fue el complemento adecuado para añadir unos matices tan necesarios como poco valorados. Del batería Brit Turner poco puedo contar. Escondido detrás de una barba inmensa, mantuvo bien el pulso, sin alardes. En conjunto, Blackberry Smoke no presentan fisuras y la maquinaria está bien ajustada con Starr cambiando de guitarra en cada parón, asumiendo el protagonismo absoluto. Tienen buena imagen, canciones increíbles, cada vez más seguidores... No les falta nada para convertirse en los nuevos reyes del southern rock si arreglan ese pequeño (o gran) problema de ser más sosos que una mata de habas. O tuve una mala noche o yo al menos lo veo así. Deberían arreglarlo cuanto antes, porque el tren del éxito sólo pasa una vez en la carrera del artista. Y más en un estilo tan poco mainstream. Otra cosa es que les interese cogerlo. Ah, un saludito para Mr. Turner si sigue vivo. Un poco más de alegría hombre, que la vida son dos días y pasa volando.

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