Van Halen collage

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sábado, 31 de octubre de 2015

Inglaterra manda: vuelven Towers Of London y ¿el último disco de Def Leppard?

Gran Bretaña es la cuna del rock. Eso es un hecho innegable, indiscutible, un país admirable culturalmente que sigue produciendo nuevos grupos de calidad mientras los clásicos no acaban de retirarse nunca. En este sentido, dos noticias me han llamado la atención esta semana. Por un lado, Towers Of London están vivos. Al menos el núcleo duro de la que fue gran promesa del punk británico, regresa a la actualidad con Shake It, un nuevo single que espero forme parte del que sería su tercer disco. Y viene acompañado de un polémico video con el que recuperan aquel espíritu provocador, callejero, macarra y chulesco que impregnaba Blood, Sweat And Towers. Su debut, publicado en 2006, fue un soplo de aire fresco para un género musical que anda buscando a los nuevos Sex Pistols desde hace demasiados años. Como suele suceder de vez en cuando, aparece un grupo que lo tiene todo para triunfar. Imagen, buenas canciones, actitud, campaña promocional de apoyo y, sobre todo, un primer trabajo que me dejó atónito. Nada de relleno, 13 temas directos a la yugular destilando punk rock de quilates. Jugaban a caballo ganador con himnos como I'm a rat, Kill the pop scene, Fuck it up, King, Beaujolais, On a noose... La crítica estaba dividida, otros les acusaban de vender sólo imagen, cada actuación era sinónimo de follón, por lo que, en principio, el camino estaba abierto para que dieran el gran salto. Sin embargo, y esto sucede todavía con más asiduidad, sólo fueron 15 minutos de fama. La banda empezó a romperse y las presiones provocaron la rápida salida de un segundo disco extrañísimo: Fizzy Pop. Tampoco era malo a rabiar, aunque habían perdido el mojo. Se cebaron con ellos y pasaron a la historia. Hasta hoy. Shake It demuestra que no todo está perdido, anuncian actuaciones inminentes y que el nuevo material suena de vicio. ¿Será verdad? En los próximos meses saldremos de dudas.


No podía ser más acertado el título que han elegido Def Leppard para ilustrar lo que ofrece su décimo trabajo en estudio. Es como un disco de grandes éxitos con catorce canciones nuevas. El propio Phil Collen (en una provechosa segunda juventud) aseguraba en una entrevista que contenía trocitos de toda la carrera del grupo de Sheffield y así es. Desde ramalazos de la NWOBHM hasta la perfección detallista de Hysteria. Toques acústicos, hard rock, baladas, medios tiempos, influencias glam y funk, melodías vocales increíbles... Un puzzle sonoro al que sólo pongo dos pegas. Algunas canciones (muchas muy buenas) se quedan cortas, como sin acabar, aunque quizás querían evitar haber acabado publicando un doble álbum. La otra, el tufillo a despedida que desprende, culminado por esa maravilla que es Blind Faith. No sé por qué, pero el hecho de dar este repaso a su larga trayectoria (llevan juntos desde 1980) me huele a que van a decir adiós. Sería una pena, sobre todo después de lo que han luchado contra viento y marea para sobrevivir. Su época dorada ya pasó pese a que siguen siendo una banda importarte, llenando amplios recintos, y que no ha parado de girar. Y luego está la calidad que tienen como toda gran formación inglesa. Joe Elliot ha perdido voz, suplida por unas tablas ganadas a pulso en el escenario. Collen y Campbell son dos guitarristas más que competentes y ojo a los riffs que consiguen una vez más en Def Leppard. La base rítmica formada por los Ricks (Savage y Allen) no tiene nada que envidiar a otras a pesar de la minusvalía del batería. Más mérito aún para un grupo maldito, con mala suerte, pero que vendió la nada despreciable cifra de 20 millones de ejemplares de Hysteria. Casi nadie puede ni siquiera igualarlo. Por eso y mucho más se ganaron mi admiración en su día y por eso celebro que hayan grabado esta gran obra. ¿Será póstuma? Ojalá me equivoque...

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