Van Halen collage

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jueves, 5 de noviembre de 2015

Jetbone o cómo pasar de Kiss a Rolling Stones y Black Crowes sin salir de Suecia

Influencias. Palabra básica para que uno sepa por dónde van los tiros de lo que va a escuchar. Sobre todo con grupos nuevos, resulta importante conocer de qué fuentes beben, el origen de lo que nos ofrecen. El caso de Jetbone resulta curioso en este sentido. Con sólo dos discos publicados hasta la fecha, esta joven banda sueca ha experimentado una metamorfosis tan lógica como inesperada. Había perdido su pista desde aquel debut de título homónimo (como manda la tradición) que salió en 2012. Un amigo me aconsejó que no los dejara escapar, lo que fue suficiente para mí junto a su procedencia escandinava. Los primeros acordes de Dancin' On Your Grave me bastaron para darle el visto bueno, porque intuía lo que tenía entre orejas. Siguiendo la estela de Hellacopters, o más bien de sus herederos Imperial State Electric, estos chavales de Sundsvall se sacaron de la manga un debut poco original, para qué lo vamos a negar, aunque fresco, muy dinámico, y con ese sello de buen gusto típico de su país. Era imposible escapar de los coros de Baby It's Your Time o Dead City Fire, mientras que en Ride The Riot apretaban el acelerador para coquetear con el punk. Temas cortos, el disco apenas dura una media hora que se para volando mientras les imaginas imitando a Kiss y Thin Lizzy en el local de ensayo. Porque ahí estaba el meollo de la cuestión. Dos bandas míticas que adoran en Suecia y a las no tienen el menor reparo en coger como referencia, a veces de forma descarada. No es una crítica, porque si haces hard rock, lo más normal es empezar haciendo versiones de los más grandes. Luego ya componen sus canciones, pero la semilla sigue ahí, bien plantada.


Por sorpresa, sin previo aviso, me topé hace pocos días con Magical Ride, su segundo trabajo. La foto de la portada y un rápido vistazo a su Facebook me hizo sospechar que algo había cambiado. Y vaya que sí, menudo viaje en el tiempo. No sé si por seguir la moda revival o porque realmente se lo pedía el cuerpo, han echado la mirada hacia atrás. La influencia es ahora aún más clásica, incorporando muchos teclados e instrumentos de viento, con los Stones y Black Crowes como punto de partida. Nada queda de aquellos riffs cortantes, las canciones sencillas y ritmos alocados. Ahora todo es rock and roll de la vieja escuela, retro, tranquilidad, desarrollos largos, blues, soul... Parece que hubieran pasado muchos más años de los reales desde que debutaron. Lo mejor es que la cosa funciona, lo que demuestra de nuevo que estos suecos son el futuro (y presente) de la música. Han incorporado algún miembro más a la banda con los que despachan once pistas a cada cual más interesante. Sólo se les puede acusar del parecido entre algunas, pero hay tanta chicha dentro que se olvida rápidamente. Títulos como C' mon, Mixed Emotions, Working Hard For Your Money, Woman, Everybody Needs Somebody To Love y Rosalie se asocian inmediatamente a viejos hits de los 60 y 70 famosos en el mundo entero. Personalmente, los prefiero cuando se ponen más rockeros, aunque los temas más lentos siempre contienen algún solo, algún detalle o cambio de tercio aprovechable. Fifth Time Loser se asemeja a los Primal Scream de Jailbird o Rocks, lejos de las maquinitas que tanto les perjudican, eso sí, con el inconveniente de que al cantante todavía le falta modular un poco la voz para un estilo tan exigente. Esta pequeña pega no empaña el esfuerzo de Jetbone en buscar un nuevo camino. Estoy deseando verles en directo para ver si pasan una prueba que, como la del algodón, nunca engaña. Con las influencias que tienen, antiguas y nuevas, no creo que me vayan a decepcionar.

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