Van Halen collage

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lunes, 16 de noviembre de 2015

Concierto de Black Star Riders (Sala Arena, 14-11-2015): emoción a la irlandesa

No fue un concierto normal. Por muchas razones. La principal, que sólo 24 horas antes, la barbarie terrorista había acabado con la vida de cientos de asistentes a la frustrada actuación de Eagles Of Death Metal en París. Aún con las terribles imágenes de lo ocurrido en Bataclan en la memoria (me temo que no las olvidaremos nunca), Black Star Riders decidieron tocar en Madrid. Rabia contenida, más silencio que de costumbre, ganas de demostrar que el rock sigue vivo, la emoción se palpaba en la Sala Arena... Sobre todo porque los irlandeses son un grupo muy especial. Herederos directos de Thin Lizzy, muchas de sus canciones hablan de libertad, del amor por la patria, de paz y de guerra, de héroes y villanos, todas esas historias que engrandecen al ser humano. Precisamente por ello eran la banda perfecta para homenajear a las víctimas de unos asesinos que encarnan lo contrario: lo más bajo e infecto que puede llegar a ser el hombre cuando se lo propone. No tardó mucho el gran Ricky Warwick (pedazo de frontman) en dedicar los 19 temas que a esa gente cuyo único pecado fue intentar disfrutar de un buen rato de rock and roll. Motivados porque no era una noche cualquiera, el mencionado Ricky, Damon Johnson, Robbie Crane (último fichaje para el bajo), la leyenda Scott Gorham y Jimmy De Grasso salieron a matar. A reventarnos los tímpanos para demostrar lo que son: un grupazo cuyos miembros parece que llevan juntos 20 años. En realidad se rebautizaron como Black Star Riders en 2012 tras rendir tributo al desaparecido Phil Lynott con multitud de integrantes que iban y venían. Ya con una formación estable han publicado dos discos, All Hell Breaks Loose (2013) y The Killer Instinct (2015). El espíritu de Thin Lizzy sigue presente, lo que junto a la calidad de unos músicos curtidos en mil batallas los convierten en clásicos instantáneos. De esos que perduran en el tiempo y que, cuando uno duda sobre qué escuchar, echa mano de ellos por ser una apuesta segura.


Nos debían una por la anulación de la iba a ser su primera visita a España hace un par de años. Esta vez tenían una excusa perfecta para repetir la espantada, pero cumplieron con creces. El sonido estuvo algo embarullado, quizás demasiado alto, dos pequeños defectos comprensibles por esa garra e intensidad a la que refería un poco más arriba. Alternaron sus propios temas con los imprescindibles de Lynott como Jailbreak, Are You Ready, Waiting For An Alibi o un The Boys Are Back In Town que puso patas arriba el pequeño recinto de la capital. A nivel individual, Warwick demostró que conserva su enorme potencial intacto desde la época de The Almighty. Fue una delicia ver a un mito como Gorham disfrutando cada segundo del recital. El ex Alice Cooper Damon Johnson es un guitarrista notable que ayuda mucho en la composición, mientras que Crane tampoco tiene que demostrar mucho habiendo militado nada menos que en Ratt. Me sorprendió la facilidad de De Grasso tocando la batería sin hacer aspavientos, como si fuera muy fácil no perder el ritmo. Igual su participación en Megadeth le exigía mucho y se encuentra cómodo en un papel más relajado. Otros momentos destacados, emotivos, se vivieron al sonar Kingdom Of The Lost, Soldierstown o Bound For Glory, himnos irlandeses que invitan a pedir una pinta de cerveza para brindar. En el lado más hardrockero, Bloodshot, Charlie I Gotta Go (una de mis favoritas), Hey Judas, All Hell Breaks Loose o The Killer Instinct dejaron a sus seguidores más que satisfechos. El contraste lo puso la tranquilidad de Blindsided, interpretada con una clase enorme, y el final fiestero con Rosalie y Whisky In The Jar. Concebida en su día por Thin Lizzy como una cara B, la versión de Metallica la popularizó hasta convertirla en imprescindible. No hubo bises, el grupo se retiró entre ovaciones, saludando como mandan los cánones, y recordando que el rock fue, es, y será eterno. Su alma está herida desde el pasado viernes, pero nadie podrá acabar con él. Ni a tiros ni con bombas.

 

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