Van Halen collage

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lunes, 23 de noviembre de 2015

Concierto de The Sheepdogs (Caracol, 20-11-2015): la elección de una noche perfecta

Al final acerté escogiendo el concierto de The Sheepdogs. Tenía dudas por la coincidencia de la visita a Madrid de los canadienses y la de Kadavar, aunque, tras lo que vi el pasado viernes en la sala Caracol, menos mal que me decidí por los primeros. Jamás me habría perdonado perderme una actuación que fue, sencillamente, perfecta. Lo primero que quiero destacar es la altísima calidad del sonido. Ya sea por méritos del recinto, el técnico o el propio grupo, hacía mucho tiempo (quizás nunca) que no escuchaba algo de forma tan nítida en directo. Ni muy alto, ni bajo, sin acoples, fallos ni nada que se le parezca. Se podían distinguir todos los instrumentos sin apenas esfuerzo, las canciones sonaron a gloria para completar una noche de rock and roll clásico difícil de superar. En medio de un aforo poco agobiante se estaba muy a gusto, casi como en casa, lo que también ayudó bastante al éxito total. No hubo intro rimbombante ni sintonías pregrabadas. Simplemente, se abrió el doble telón y detrás aparecieron los perros ovejeros, que presentaban el genial Future Nostalgia, su quinto trabajo hasta la fecha. Ya en ese momento, los acordes de Gonna Be Myself se deslizaron por los altavoces de forma sublime, cristalina. Lo que vino a continuación me dejó sin palabras. El cantante y guitarrista Ewan Currie, su hermano Shamus en los teclados y el trombón (pieza vital de la banda situado en primera línea), el bajista Ryan Gullen, el guitarrista Jimmy Bowskill y el batería Sam Corbett dieron una lección, casi sin despeinarse, de cómo homenajear a las raíces del rock dándole su propio toque personal e intransferible. Una mezcla de pasado (Stones, Beatles) y presente (ecos de Black Keys, Black Crowes) ejecutada con una aparente normalidad que, precisamente, creo que es el secreto de una fórmula muchas veces repetida, aunque no con tanta clase.


No pudieron escoger mejor los temas nuevos. Los más movidos como Bad Lieutenant, Same Old Feeling, Downtown, Back Down, Take A Trip resultaron hasta más convincentes que en estudio, y ya es complicado, mientras que Jim Gordon fue uno de los grandes momentos de la velada. Creo que fue ahí cuando se cambiaron de puesto e instrumento los hermanos demostrando su enorme valía como músicos. El resto de un set list que nunca decayó estuvo compuesto por canciones de su anterior disco de título homónimo (Feeling Good, The way It Is o Ewan's Blues) y de los igualmente atractivos Learn&Burn, Trying To Grow y Big Stand. Había leído que son muy sosos en el escenario, pero se fueron animando poco a poco, sobre todo en los punteos de guitarra, y dirigiéndose al público pese a no saber ni una palabra de español. Para los bises nos esperaba lo mejor, si es que podían ofrecer algo superior a lo que habían hecho antes. Dos versiones rindiendo un merecido tributo a artistas inmortales como Crosby, Stills, Nash & Young (Almost Cut My Hair) y el propio Neil con un Down By The River soberbio. No las clavaron sin más, sino que las aderezaron con su propia salsa dejando muy claro quiénes son, de dónde vienen y a dónde van. Lo digo porque no creo que tengan intención de 'evolucionar' para buscar convertirse en unos superventas. Es más, sospecho que incluso indagarán un poco más en esa nostalgia futura que tan bien saben conjuntar. Igual me equivoco y pegan el pelotazo (más que merecido lo tienen), aunque es un lujazo asistir a este tipo de conciertos en salas reducidas. Somos pocos en lugares que poca gente conoce... Pues no saben lo que se pierden.

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