Van Halen collage

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lunes, 27 de julio de 2015

Crítica de Tracer: Water For Thirsty Dogs (Rough Trade Records, 2015)

Hay que ver cómo cambian las cosas en poco tiempo. Hace sólo cuatro años no tenía ni idea de quiénes eran Tracer y, sin embargo, ahora hace días que estaba ansioso por escuchar su nuevo disco. Un amigo me aconsejó en 2011 el soberbio Spaces In Between de este trío australiano y menuda sorpresa me llevé. Su mezcla de stoner, grunge y hard rock no descubría nada nuevo, pero las canciones sonaban redondas, muy bien estructuradas dentro de un trabajo variado en el que destacaba Michael Brown. El cantante-guitarrista líder del grupo es un diamante en bruto, una especie de bluesman desértico, con unas gotas de Hendrix, y una voz potentísima capaz de alcanzar agudos dignos del mismísimo Chris Cornell. La evolución fue perfecta en El Pistolero (2013), un trabajo medio conceptual sobre el western, tiroteos fronterizos y demás asuntos sobre el desierto que les venían al pelo. He tenido la suerte de verles dos veces en directo para comprobar que no defraudan. Al contrario, Brown se crece dando rienda suelta a su arco iris de influencias, mientras que Jett Hicks (bajista) y Andrew Wise (batería) suponen el complemento perfecto. Tras la típica campaña de pledge music, llega ahora Water For Thirsty Dogs, un cuarto disco (si contamos el L.A.?) con el que siguen creciendo dentro de un estilo único. Porque eso es lo más destacable, que suenan a Tracer, ya los identificas con un acorde. El propio Michael decía en Classic Rock que querían inventar algo nuevo y, aunque todavía no es para tanto, llevan camino de conseguirlo a poco que sigan por este camino.   


Abren con un tema título que alterna partes tranquilas con subidas de intensidad. El estribillo se repite hasta la saciedad, pero de formas diferentes, lo que incide en la originalidad de esta banda dentro de un estilo que parecía estar trillado. Las dos siguientes canciones van a toda máquina con Brown dejándose la garganta, pero con el freno echado en cuanto a solos de guitarra. Es en Lazy donde la cosa se empieza a poner aún más interesante. Es como un blues del futuro que también va in crescendo para que el trío se desate completamente. Brillantísimo trabajo de guitarras. Después le toca el turno a Astronaut Juggernaut, el primer adelanto que escuché del disco. Esto es Tracer 100% con el acelerador a tope y unos coros que se te meten en la cabeza para que no se te olviden durante un buen rato. Me encanta el inicio a medio tiempo de Halfway To Zero, la dureza de The Machine y me llama mucho la atención Homeward Bound. Si a este tema le ponen la voz de Dave Grohl nadie tendría dudas de estar oyendo a Foo Fighters. Una influencia con la que nunca les habría relacionado, pero no me importa nada de nada. Casi mejor, porque añade más variedad, y de la buena, al conjunto. Llega la parte final con Owe You Nothing y Tremors, la típica acústica de despedida. Se me hace corto este artefacto sonoro de un grupo que merecería estar, al menos, entre los puestos medio-altos de la liga rockera. Creo que vienen a España como teloneros de Apocalyptica, que no me gustan mucho, por lo que no creo que me acerque a verlos. Se avecina un otoño bastante cargado de conciertos interesantes, así que me reservaré para una actuación suya como protagonistas. Seguro que la espera merecerá la pena.

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