Viajamos ahora hasta Canadá para analizar el segundo y esperado disco de Monster Truck. Aupados por el revival de los viejos sonidos hard rock, southern y blues, este grupo me explotó en la cara con Furiosity también hace tres años. Fue un debut bestial, sin descanso, como un tren desbocado al que no le importa empotrarse contra el tope de la vía muerta. Por los mismos derroteros discurre Sittin' Heavy, incluidos esos teclados de fondo que tanto empaque le dan al conjunto. Destacan algunos matices novedosos, eso sí, en canciones que rompen la alta intensidad eléctrica. Son los casos de For The People, Black Forest (la mejor) y Enjoy The Time. El vozarrón grave de Jon Harvey les viene como anillo al dedo y sus compañeros cumplen a la perfección para que el ritmo, que a veces puede parecer repetitivo, no decaiga en ningún momento. Coros y estribillos que se quedan marcados a fuego hay un montón (Don't Tell Me How To Live, Things Get Better, The Enforcer), y son más que adecuados para gritarlos en directo. Tengo ganas de ver a esta gente, aunque en la inminente gira europea España se ha quedado fuera. Igual en los festivales de les pillo.
Para acabar este repaso express, no puedo olvidarme del Heavy Crown de Last In Line. No sé si está concebido como el enésimo homenaje a Dio, pero es el más brillante en mi opinión. Los músicos que acompañaron al pequeño cantante en aquel disco inolvidable se juntaron para versionarlo y después decidieron crear uno nuevo, con canciones inéditas de mucha calidad interpretadas con sumo gusto. Otra cosa no de podía esperar del talento indiscutible de Vivian Campbell (guitarrista), Jimmy Bain (bajo) y Vinny Appice (batería). Los dos últimos formaron la base rítmica más precisa y contundente que he escuchado nunca en el heavy metal. Este trabajo sirve como obra póstuma de Bain, que falleció en el último mes de enero negro que ha vivido el rock. Por si las referencias fueran poco válidas, han encontrado un vocalista, Andrew Freeman, que no le anda a la zaga a Ronnie James. Se echaban de menos las cabalgadas guitarreras de Campbell (Def Leppard es otro mundo) como las de Martyr, I Am Revolution y Already Dead. De verdad, parece que estamos escuchando cualquier trabajo de la época más prolífica del propio Dio. El parecido es asombroso y el que tuvo, retuvo. Son como un reloj suizo, perfecto en su estilo, sin despreciar los tópicos del género, aunque sin sonar trasnochados. Al revés, los solos y las melodías de las canciones más pausadas desprenden frescura. Es un señor disco que seguramente pasará bastante inadvertido. Otro de tantos que irán pasando por aquí.
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