Casi 60.000 asistentes fueron desgastando el césped de un recinto pequeño, pero cómodo, que nos recibió el pasado jueves al lado del puerto de la localidad lucense. Los precios de la bebida y comida no eran muy diferentes a los de siempre con la cerveza Estrella de Galicia como protagonista. Fría, apetecible y peligrosa si te pasabas un poco. Algo que también deben subsanar es el sonido, a pesar de que fue de menos a más. Especialmente malo fue el de Soulfly, el primer grupo al que presté más atención. Las canciones de Sepultura animaron el cotarro, pero la bola de sonido era insufrible. Max Cavalera es una leyenda del metal extremo y hubiera merecido algo mejor. No me parecieron gran cosa Refused, mientras que con Black Label Society me lo pasé bomba. Zakk Wylde y sus huestes ofrecieron un concierto sin concesiones. Sin baladas ni temas acústicos, tocaron a toda pastilla con una fuerza descomunal. El sonido fue mejorando, no faltó el eterno solo de guitarra, ni ninguno de los clásicos de una banda que ya es como una religión rodeada de calaveras. A mí me encantaron, pero en su caso no soy muy objetivo, así que igual exagero. Tremendos como cabezas de cartel del jueves.
Como suele pasar en estos casos, la euforia del primer día deja paso a un segundo más relajado. Así me lo tomé yo, aunque el viernes había muchas actuaciones interesantes. En el segundo escenario tocaron clásicos del trash y el punk como Nuclear Assault, DRI o Exploited, a los que eché un ojo. En el principal, los alemanes Kadavar me gustaron bastante, los mencionados Backyard Babies confirmaron que su regreso va en serio y he de reconocer que Motorhead brillaron más que de costumbre. Siempre he pensado que lo de sonar a lata lo hacen a propósito y es parte de su ruidoso encanto. Pues esta vez fue todo lo contrario, sacaron un sonido cristalino, se vio muy buen rollo entre ellos y un Lemmy más entero de lo que esperaba tras sus recientes parones por enfermedad. Tras el final interminable de Overkill nos quedamos todos muy a gusto. Por cierto, pese a mis recelos que expuse en la previa sobre los festivales españoles, hubo muy buen ambiente en general entre los que allí estuvimos, así que me retracto. No hubo fuerzas para más pese al tirón que tienen In Flames y Children Of Bodom, así que paso a relatar mis impresiones del último día.
Con la carpa del merchandising oficial ya casi vacía (las camisetas del festival se agotaron demasiado rápido) y el césped cada vez más ausente, Skindred despertaron a la gente del letargo con su efectiva mezcla de rap, metal y reggae pidiendo al personal que se agachara, saltara y agitara la ropa. En este estilo más crossover se llevaron la palma Dog Eat Dog. Unos clásicos que sorprendieron a los inquilinos habituales de una carpa dedicada a sonidos mucho más crudos. Nos lo hicieron pasar genial cerrando con una versión vertiginosa de Offspring. Contra todo pronóstico, Danko Jones fue otro de los triunfadores con una propuesta sencilla, muy rockera, que fue la más indicada para mantener el tono en la recta final. Quedaba el plato fuerte de Korn y no me defraudó pese a que escuchado opiniones en contra. Partiendo de que son un grupo raro, único e inimitable, el hecho de que tocaran el primer disco entero decepcionó a muchos. Además, el aire no ayudó nada a que el sonido fuera homogéneo, pero yo acabé bastante satisfecho. Faltaron algunos temas de su discografía, pero es lo que ocurre con esta moda de interpretar trabajos íntegros. Es cuestión de gustos. Tras echar un vistazo a unos embarullados Satanic Surfers, tocaba retirada para emprender el viaje de regreso al día siguiente. Un domingo que amaneció radiante en Viveiro y que invitaba a darse un baño en ese mar helado que resucita a cualquiera. Con algo de pena dejamos atrás un festival que, si sigue por este camino, está destinado a convertirse en la gran referencia nacional para el rock y el metal. Sólo un poco más de variedad, por favor, lo demás ya lo tienen hecho para que volvamos.
Lo has dicho todo le falta un poco mas de variedad para convertirse en un festival de lujo gracias a su entorno y su cojonuda gastronomia.
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